Entender mi piel
El eccema en adolescentes
"El eccema se desarrolla por ciclos: aparecen manchas rojas que provocan picor. Y es molesto, pero siempre desaparecen. ¡No hay nada de qué preocuparse!"
Ethan, 16 años
Entender mi piel
"El eccema se desarrolla por ciclos: aparecen manchas rojas que provocan picor. Y es molesto, pero siempre desaparecen. ¡No hay nada de qué preocuparse!"
Ethan, 16 años
En el 80% de los casos, el eccema atópico desaparece sobre los 7 u 8 años. Sin embargo, hay niños que no tienen esa suerte: entre un 10 y un 20% de los adolescentes continúan padeciendo brotes durante su adolescencia. El 18% de los niños de entre 7 y 16 años sufren de dermatitis atópica1. Es importante tener en cuenta que el eccema atópico es señal de una barrera cutánea débil que acompaña a los pacientes durante toda su vida. Por lo tanto, se puede dejar de tener brotes de eccema durante varios años y luego verlos reaparecer por determinadas circunstancias, a cualquier edad.
¿Por qué sufrir eccema es más complicado para un adolescente?
La adolescencia es un momento clave en el desarrollo de la identidad. Como ocurre con todas las enfermedades visibles de la piel, la dermatitis atópica puede resultar complicada para los adolescentes, ya que se preocupan mucho por su imagen y les importa lo que otras personas piensen de ellos. El fenómeno es similar al del acné, a diferencia de que el eccema atópico es menos conocido.
Para saber más sobre el eccema, lee nuestro artículo: "¿Cómo distinguir los diferentes tipos de eccema?"
→ ¡El eccema es visible!
Para empezar, la piel es más porosa de lo normal. No cumple con su función barrera. Son varios los factores que pueden desencadenar un brote de eccema (frío, cosméticos, frotamientos, tejidos, contaminación, polen, estrés…). Las manchas rojas y gruesas de eccema también son muy secas y el picor puede llegar a ser intenso. Las manchas suelen aparecer en cualquier lugar, pero durante la adolescencia salen con mayor frecuencia en:
"Mi eccema aparece principalmente en los codos, por dentro y por fuera. Me pica y, a veces, me rasco hasta que me hago sangre”
Ethan, 16 años
→ ¡Estoy cansado de ponerme crema todo el rato!
Otro factor a tener en cuenta es que los adolescentes cada vez son más independientes de sus padres.
"A Ethan no le gusta ponerse crema. Cuando era pequeño, le echaba crema por todas partes. Cuando cumplió 10 años, las cosas empezaron a complicarse. Por lo tanto, se trataba más de motivarle a que se echara él mismo la crema. Era esencial explicarle la importancia de una rutina diaria para que entendiera por qué debía hacerlo. El hecho de que se aplique la crema por sí mismo es un indicio importante de que él asume la responsabilidad que tiene con su dermatitis".
Karine, madre de Ethan
→ Siempre con ese picor…
El picor es igual de intenso que en la infancia. Los adolescentes pueden tener dificultades para no rascarse y, a veces, sentir vergüenza por tener que rascarse en público. Además, les gusta seguir las tendencias que ven en Internet y utilizar los mismos productos que sus amigos. Por desgracia, pocos son los cosméticos que se adaptan a las necesidades de una piel atópica, todo lo contrario, ya que algunos llegan a desencadenar nuevos brotes.
"Usar los mismos productos que los demás es importante a esta edad. Para Ethan, es muy importante su imagen. De hecho, me pidió que le comprara un gel de ducha masculino... Le encanta el aroma. Es cierto que puede ser frustrante solo poder usar productos sin perfume, pero yo lo único que le puedo decir es que debe hacer lo que su piel le pida."
Karine, madre de Ethan
La adolescencia no es una etapa fácil, ni para los propios adolescentes ni para sus padres. Sí que es cierto que los síntomas del eccema agravan todos los problemas naturales de la adolescencia: sueño, cambios de humor, problemas escolares, discusiones con hermanos, a veces incluso dan pie a comportamientos rebeldes. Lo más importante es demostrarle a tu hijo adolescente que lo estás escuchando y que lo comprendes.
Ponte en su lugar: el eccema atópico puede haber sido parte de toda su infancia. Puede sentir que eso que lo hace sentir diferente a los demás es muy injusto para él, sin olvidarnos de lo sensibles que son los adolescentes a las injusticias. Muchos aceptan la situación y su eccema sin ningún problema. A algunos, en cambio, no les gusta mostrarlo, y otros incluso pueden retraerse y percibir su mala suerte en la vida como una fatalidad. Renuncian a la idea de que su eccema desaparezca algún día y no quieren que sus padres se preocupen por ellos. Otros se enfadan aún más y se rebelan contra todo, cosa que posiblemente los lleve a comportamientos peligrosos. Ninguna de estas actitudes es saludable, ni para el propio adolescente ni para su entorno.
2. El impacto del sueño
Cualquier dificultad natural para dormir que puedan tener los adolescentes se ve agravada por el picor. La falta de sueño, además del comezón, puede provocar irritabilidad y mal humor. La fatiga crónica también puede causar falta de concentración en clase, lo que conduce a resultados negativos.
"Ethan se rascaba tanto por las noches que me despertaba. En el colegio, nos dijeron que no podía quedarse quieto, pero lo curioso es que no lo relacionaban con el picor que sentía. Con el beneficio de la retrospectiva y después de haber hablado con un dermatólogo, creo que el problema que tenía para concentrarse era debido a su necesidad de rascarse".
Karine, madre de Ethan
3. Consecuencias en las relaciones sociales
Las relaciones sociales y la pertenencia a un grupo juegan un papel muy importante durante la adolescencia. La apariencia física es sumamente importante a esta edad, y más aún en redes sociales. Muchos afirman que se han burlado de ellos o les han aislado en algún momento de su vida escolar. Los padres siempre deben estar atentos y asegurarse de que su hijo esté rodeado de amigos que lo cuiden, para que no se sienta desplazado.
"Me rascaba hasta que mi piel sangraba. Trataba de ocultarlo porque estaba un poco avergonzado. Cuando sangra, siempre es molesto. La gente te mira de manera extraña. Incluso me han llegado a decir cosas como: “Parece que tienes la varicela".
Ethan, 16 años
Cuatro consejos de Joël Pacoret, psicólogo.
1. No dudes en hablar sobre la enfermedad de tu hijo en una etapa temprana en el colegio, sin convertirla en un caso especial. Simplemente informar al profesor y al médico del colegio sobre los síntomas del eccema y el comportamiento relacionado puede ser suficiente para iniciar una relación de entendimiento con tu hijo.
2. Los adolescentes con piel atópica suelen sufrir en soledad porque se encuentran atrapados en una visión distorsionada de su relación con los demás, inspirada, en gran medida, por lo que ven cada día en las redes sociales. Hay mucha presión para estar bien y feliz. Los padres deben mostrarse dispuestos a escuchar, sin entrometerse. Un equilibrio que, a veces, puede ser difícil de conseguir. Los adolescentes suelen buscar más ayuda fuera del círculo familiar, incluso más cuando se trata de algo difícil de aceptar para los padres. Alguien que está teniendo o ha tenido la misma experiencia puede ayudar mucho, en un momento en el que identificarse con los demás es fundamental.
3. Un adolescente es más que sus problemas de la piel. No debe tener miedo de cómo reaccionen los demás a su enfermedad. El objetivo es que comprenda qué le sucede a su piel, qué necesita y, sobre todo, que lo acepte. Cuanto más cómodo se sienta con su piel, más podrá pensar en otras cosas y no sentir el peso de la mirada y los juicios de otras personas.
4. Los adolescentes necesitan un apoyo para saber separar la vergüenza de su piel y sentirse culpables. No tienen por qué sentirse culpables por el estado de su piel; no han hecho nada malo. En cuanto a la vergüenza, es una combinación de varias emociones (ira, miedo, angustia...) que están relacionadas con la forma en que otras personas los ven y con la manera en la que se ven a sí mismos. Cuanto mejor expliquemos a un adolescente por qué no debe sentirse avergonzado, antes se disipará esa idea de su cabeza. No dudes en pedir ayuda a un profesional para ayudar a tu hijo.
El eccema atópico en adolescentes también es difícil de gestionar para el resto de la familia. Dos de cada cinco padres1 sienten que su vida está organizada en torno al eccema de su hijo. También pueden padecer sensación de soledad en la gestión del doble problema de la adolescencia por sí misma y las necesidades de un niño con piel atópica. Es frecuente que se dé una negociación constante entre padres e hijos para que los cuidados básicos se conviertan en rutina: aseo, crema emoliente, vestimenta adaptada, alimentación…
Tanto ellos como sus otros hijos pueden sentir que están dedicando una cantidad excesiva de tiempo y atención a la dermatitis atópica. Los hermanos pueden notar que el picor, los brotes de eccema y las citas con el dermatólogo son los únicos temas de conversación y, por este motivo, llegan a sentir que sus propias preocupaciones pierden la importancia que tienen. Una vez más, es fundamental encontrar el equilibrio.
1. Cuida del eccema para reducir el estrés
El eccema atópico es una enfermedad crónica de la piel que requiere de cuidados a largo plazo. Utiliza diariamente productos limpiadores e hidratantes adaptados a las necesidades de la piel atópica. No dudes en hacerte cargo del tratamiento de tu hijo y llévalo a ver a su médico de cabecera o a un dermatólogo, aunque sea mayor. La dermatitis atópica requiere atención médica, ya que es la forma más eficaz de reducir el número de brotes para que pueda vivir con la máxima normalidad. También puedes ponerte en contacto con las asociaciones de padres para compartir tu experiencia y no estar solo en la gestión de los problemas. Se recomiendan todas las soluciones que preserven la serenidad de los padres y adolescentes, desde el deporte hasta la meditación, la sofrología, la música y el yoga.
Descubre nuestro artículo: "Soluciones para vivir mejor con eccema atópico"
"El uso de corticosteroides tópicos es esencial cuando aparece un brote. Es el único tratamiento eficaz. La aplicación diaria de una crema emoliente complementa el tratamiento específico para calmar la piel. La limpieza también es clave. Yo, desde luego que, noté una gran diferencia cuando mi hijo empezó a usar el aceite para la ducha".
Karine, madre de Ethan
2. Huye de los sentimientos de culpa
El eccema es, normalmente, genético y puede ser hereditario. ¡Pero tranquilo, esto no es culpa tuya! Cualquiera puede verse afectado, a cualquier edad. Tómate tu tiempo para hablarle en detalle sobre la dermatitis atópica a tu hijo. Muéstrale que no todo es negativo, dale confianza y no te dejes llevar por sentimientos de culpa.
"Es esencial educar a tu hijo: debe entender lo que tiene y que no es nada serio. Es necesario que se sienta cómodo. Cuando era más pequeño, Ethan solía decirme: "Quiero ser como los demás". Pero todos somos diferentes. Solo tenemos que aceptar eso. Tenemos que estar orgullosos de quiénes somos, de nuestras diferencias. No es algo que debamos ocultar, sino algo con lo que debemos aprender a vivir y a gestionar. ¡Eso nos hace madurar más rápido!"
Karine, madre de Ethan
3. Manteneos unidos
No permitas que el eccema provoque que tu hijo se aisle. No dudes en proponer planes para que toda la familia pase tiempo unida, con tus otros hijos, para que se sientan queridos y apoyados dentro del vínculo familiar. Las actividades compartidas os permitirán que os relajéis juntos y que, también, os distraigáis, de esta forma os concentraréis en otra cosa que no sea el eccema.
4. Haz que tu hijo asuma la responsabilidad de su piel
La adolescencia es un momento clave de transición y los adolescentes deben aprender a gestionar su tratamiento por sí mismos. Después de cierta edad, ya no deberías encargarte tú de echarles la crema. Necesitan aprender qué necesita su piel y también comprender lo importante que es para su comodidad aplicar la crema emoliente cuando toca. Transmitirles todos los consejos que deben seguir para cuidar su piel, ya sea, por ejemplo, qué tipo de tejido evitar, ducharse después de hacer deporte o evitar la comida rápida, entre otros.
Los adolescentes con piel atópica son adolescentes como cualquier otro, con fortalezas y debilidades. Una persona nunca es solo su problema de piel o cualquier otra percepción negativa acerca de su cuerpo. Cada uno tiene su propia personalidad, con sus puntos fuertes y talentos que pueden desarrollar mientras el eccema atópico forma parte de sus vidas. Los padres están para ayudar a sus hijos a comprender que la dermatitis atópica es parte de quienes son y que también les aporta resistencia, resiliencia y tolerancia que les serán útiles a lo largo del tiempo.
"No hay necesidad de reaccionar de forma exagerada. La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que se puede tratar y que no es ni contagiosa ni grave. El momento más difícil es al principio, cuando no sabes qué hacer ni qué usar. Necesitas encontrar el médico adecuado y productos que se adapten a las necesidades de la piel atópica"
Karine, madre de Ethan
Todos los adolescentes necesitan desarrollarse a su manera, sin centrarse en sus debilidades. Actualmente, el movimiento #bodypositive en las redes sociales ha cambiado la forma en la que percibimos la diferencia física y eso nos indica el camino. Ya sea que nos afecte el peso, el acné, el vitíligo o el eccema, estamos viendo el físico de una manera diferente y volviéndonos más tolerantes. ¡Eso es muy buena señal!
"Cuando empiezas a investigar y a preguntar sobre el eccema, te das cuenta de que mucha gente lo padece. No dudes en hablar y tratar el tema abiertamente con todos los que te rodean: familia, maestros y padres de otros niños. La ignorancia solo conduce a la crueldad, la intolerancia y el juicio. Cuando las personas saben lo que está pasando tu hijo, comprenden y se vuelven mucho más empáticas y compasivas. La única forma de hacer que las personas piensen de manera diferente es asegurarse de que comprenden la enfermedad"
Karine, madre de Ethan